martes, 6 de febrero de 2007

Ramon J Sender (1901-1982)



Se lo ha acusado de ser un escritor muy desigual, y desde luego es lógico que así sea, como sucede en todos los casos de escritores de tan larga obra (Balzac, Galdós, Baroja mismo), pero lo cierto es que en todos y cada uno de sus títulos su fuerza y la intensidad de sus propuestas están fuera de toda sospecha: nunca fue un escritor frágil, ni blando, ni acomodaticio, sino un rebelde a pesar de sus fluctuaciones ideológicas y estéticas. Tampoco fue un escritor cómodo, ni fácil, ni demasiado sencillo, a pesar de la transparencia de su prosa —que nació en el periodismo, profesión que apuesta siempre por la comunicabilidad, sobre todo— pero la proliferación arrebatada de su obra permite al lector elegir dentro de ello lo que prefiera. Fue un narrador comprometido y realista en sus principios, partidario de la justicia social, de la libertad y la democracia, cuando se convirtió en uno de los periodistas más célebres y reconocidos de los años republicanos, que se hizo célebre como novelista con su primera novela Imán (1930, sobre la guerra de Marruecos), cantó a los anarquistas en Siete domingos rojos, se hizo fantástico y onírico en La noche de las cien cabezas y obtuvo el premio nacional de literatura en 1935 con una obra maestra, Míster Witt en el Cantón, una asombrosa novela histórica —aplicada a su misma circunstancia política— sobre la sublevación del Cantón de Cartagena en el siglo XIX, en la época de la efímera primera república española.

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